Múltiple campeón de torneos de triple corona argentina, siete veces ganador del Abierto Argentino, el Lolo Castagnola está disfrutando del polo, tal vez, como nunca antes. Hoy en rol de organizador, coach, padre se está dando el gusto de acompañar la carrera de sus prominentes hijos Bartolito y Camilo en cada uno de sus pasos, pero sin dejar de lado algunas de las enseñanzas más básicas. “No tienen que cambiar nunca. Esa es la única parte que nosotros trabajamos. No hay que creérsela nunca; con humildad hay que ir a Palermo, y siempre tratando de progresar todos los días”, remarca.

 

Ya con la certeza de haber clasificado al Abierto Argentino, donde La Natividad será parte del Grupo B junto a Ellerstina, Las Monjitas, Cría Yatay y La Albertina, el Lolo afirma que “si perdíamos no se moría nadie, hubiésemos ido a jugar la Cámara. Pero preparar Palermo me genera satisfacción total porque ellos vienen trabajando todo el día para eso, y querían jugar Palermo. Lo bueno es que fue un caminito, un paso a paso, que lo fuimos creando de a poquito. Y estoy feliz de la vida”.

 

Junto a estos dos jóvenes, que cuando juegan parecen adultos por la frialdad con la que ejecutan cada una de sus acciones, están Matías Torres Zavaleta y el sudafricano Nachi Du Plessis, quien viene de participar del Abierto con La Dolfina Polo Ranch, y que se jugó una apuesta muy grande cuando tomó la decisión de ser parte de este equipo de La Natividad. Al respecto, el Lolo resalta: “Quiero dejar un mensaje grande: el que armó La Natividad para jugar Palermo y todo eso, y que se la jugó, fue Nachi du Plessis. Nachi Du Plessis vino a casa y dijo: ‘yo quiero jugar con los chicos’. Le pregunté si el Jeta no le parecía un poco chico, que es la verdad. Y me dijo: ‘no, no, no, estamos’. Y ahí fueron para Inglaterra, nos salió la Copa de Oro gracias a Dios; es agradecimiento total a Nachi, y ojalá que sigan por muchos años más”.

 

La temporada 2019 será difícil de olvidar e incluso de igualar para la familia Castagnola y para La Natividad en general. Títulos en Dubai, Argentina, Inglaterra, España. Y siempre despertando las mayores expectativas. Más allá de eso, Inglaterra terminó siendo una suerte de punto de inflexión, ya que fue en la Copa de Oro en donde lograron definitivamente vencer e imponerse a jugadores de gran envergadura, a grandes organizaciones y sortear aquellos partidos que se mantienen parejos hasta el final. “En la Copa de la Reina podríamos haber estado ahí, como podríamos haber perdido la Copa de Oro también. La verdad es que tuvimos unos pasos que dar bravos y sobre todo acá en la clasificación, donde las dos zonas eran bravísimas. La clasificación es una de las cosas más difíciles que hay en el polo, lo digo ahora pero no porque gané. Y estamos ahí, yendo paso a paso; y bueno, hubo otro logro más este año, que fue clasificar”, dice el Lolo.

 

Otra de las cosas a resaltar de este equipo, de La Natividad en sí, es que es un lugar en donde se viene jugando mucho polo durante todo el año hace ya varias temporadas, y en donde también se le brindan posibilidades a muchos jóvenes, que dan sus primeros en el polo. En definitiva, la dimensión de La Natividad trasciende al equipo de alto hándicap. “Que pase esto con La Natividad me genera satisfacción total, me genera trabajo, es un trabajo día a día, porque vos ves esto y es todo alegría. Pero llegar acá, en el sentido de que tenés que estar trabajando, consiguiendo caballos, te habla uno, te habla el otro; no podés estar desconcentrado un segundo”, cuenta el siete veces campeón en Palermo. 

 

Y completa: “Los chicos tienen pasión por el polo, yo le pongo la pasión a ellos y le pongo la pasión a cualquiera de los que viene: a Felipe Dabas, a Nacho Velasco, a todos los que están ahí, que si los empiezo a nombrar son un montón. Me genera una satisfacción total porque cuando nos fuimos, quedamos ahí, tranquilos, solos, e hicimos un caminito tranquilo, que fue rápido, que yo no pensé que iba a ser tan rápido, pero que se fue dando”

 

Más allá del talento adquirido por Bartolito y Jeta, que además cuentan con una genética envidiable -Castagnola y Cambiaso, con todo lo que eso implica-, lo cierto es que uno de los aspectos más destacados es su mentalidad, su cabeza, y más aún cuando se tiene en cuenta que tienen sólo 18 y 16 años, respectivamente. “Cuando eran chiquitos decían que los iba a pasar, que los estaba apretando mucho. Y ahora parecería que soy rubio y de ojos celestes, ¡que es la verdad de lo que pasa! No soy ni rubio de ojos celestes, ni los apretaba. Yo les gritaba, pero les gritaba con amor, que esa es la diferencia, ¿me entendes? Porque después me jodían todo el día a mí. Y la cabeza esa la tienen…que sé yo. Ven muchos videos, ven a los jugadores buenos, los miran, ven cómo juegan, ven la cabeza. La cabeza hay que trabajarla. Porque hay momentos del partido que son claves, en los que hay que estar bien puesto”, describe Bartolomé Castagnola.

 

Y concluye: “Ellos tienen sus amigos, tienen su cancha, tienen sus cosas. Tienen que ir progresando con caballos, la plata que agarran tienen que gastarla en caballos, que ya lo están haciendo. ¿Para qué querés tener un buen auto si un auto tranquilo te anda bien? Gastala en caballos, que eso es lo que te va a dar el futuro, todo. Eso es en lo que más trabajamos: en darle esa enseñanza todos los días, que creo que es la mejor”.