Parece increíble, pero pasaron ya 20 años. 20 años de aquella madrugada fatal en la que un accidente automovilístico se llevaba la vida de uno de los más grandes polistas de todos los tiempos: Gonzalo Antonio Heguy.

 

Gonzalo, nieto, hijo, hermano y primo de polistas de elite, dejó su marca en el deporte, con la estirpe de los Heguy, la familia de polo más legendaria del mundo, que durante casi 60 años le dio al polo tres generaciones consecutivas de campeones en Palermo.

 

Nacido el 30 de abril de 1964, Gonzalo, junto a su mellizo Horacito, fue el mayor de los hijos de Norita Amadeo y Videla y de Horacio Antonio Heguy, aquel que formó ese Coronel Suárez inigualable, con su hermano, Alberto Pedro, y los dos Harriott, Juancarlitos y Alfredo.

 

Su posición natural era de 2, y desarrolló toda su carrera como polista, desde chico, junto a su hermano mellizo. Juntos, con Horacito, además de presenciar varias de las batallas entre Coronel Suárez y Santa Ana, se iban abriendo paso en numerosos torneos para chicos, pasando por la Copa Potrillos y la Intercolegial Copa Santa Paula, entre otros.

 

En 1983, con 19 años, los mellizos debutan en Palermo en un equipo junto a su padre, Horacio y su tío, Alberto Pedro, pero con otro nombre que también iba a convertirse en marca registrada del polo: Indios Chapaleufú. Esa, la de la camiseta blanca con franja roja y estrella del mismo color; la que en la cumbre de su apogeo iba a mantener los colores, aunque por el sponsoreo de una tabacalera la disposición de la camiseta iba a variar. Al año siguiente, el tío Alberto Pedro deja paso a la entrada del tercer hermano, Marcos. En ese 1984 llegan a la final en Palermo, pero no pudieron en la definición contra el poderoso La Espadaña.

 

No obstante, los ojos del polo ya estaban puestos en Indios Chapaleufú y los jóvenes Heguy. Sólo hubo que esperar un par de años para que Indios Chapaleufú se empezara a meter en la historia. Así, en 1986, Gonzalo, Horacito, Marcos, más Alex Garrahan, tuvieron su revancha, y una vez más se vieron cara a cara con La Espadaña en la final de Palermo; fue 13 a 12, en aquella tarde memorable en la Catedral que definió Marcos en el último minuto, con un tremendo golazo de arco a arco arriba de la fabulosa Marsellesa y que les valió levantar por primera vez el trofeo más codiciado del polo mundial.

 

Arrancaba la etapa de gloria de Indios Chapaleufú, un equipo que tuvo – tiene aún – multitudes de fans, y que se completó como el cuarteto de los hermanos Heguy con el ingreso de Bautista, en 1990. Repitieron Palermo tres veces consecutivas, de 1991 a 1993; a fines de 1991 lograron la hazaña de convertirse en el hasta ahora único equipo de cuatro hermanos en lograr los 40 goles de hándicap.

 

Gonzalo ganaría el Abierto una vez más, en 1995, año especial también, ya que su mellizo Horacito venía de perder la visión del ojo derecho tras un accidente en Inglaterra. Fueron cinco los títulos que se llevó en la Catedral este memorable jugador que dentro de la cancha era temperamental y con garra, el motor del equipo, y muy querido en el ambiente del polo. Quienes lo conocieron bien, aseguran que era el más divertido de los cuatro hermanos, de carácter afable y de una bondad infinita.

 

Muchos de los que tuvieron la fortuna de verlo jugar – ya sea en el clásico contra La Espadaña y después en el clásico frente a los primos de Indios Chapaleufú II –  lo recuerdan con su casco blanco con cinta roja a la altura de la visera, volando en la cancha 1 de la Catedral sobre una de sus yeguas más recordadas, la Silverada. Fue el espejo en el que se miraron muchos de los jugadores de la camada que se venía detrás de este equipo de leyenda.

 

En la mañana del 6 de abril de 2000, Gonzalo Heguy, recién llegado de Palm Beach, donde jugaba con Pony Express, el equipo de Bob Daniels, se dirigía en su camioneta de regreso a su casa en Intendente Alvear,  La Pampa, a la estancia La Primavera, su lugar en el mundo, donde tenía sus caballos. Las crónicas de la época dicen que la camioneta que manejaba perdió el control en un tramo de la ruta provincial 2 y que Gonzalo salió despedido de la misma. Un fuerte golpe en la cabeza le produjo la muerte en el acto.

 

Gonzalo Heguy tenía tan sólo 35 años. Dejaba a su esposa, María Jesús Resta y a la pequeña hija de ambos, Jesucita. Todo Intendente Alvear lo lloró. Y el polo también. Pero quedó su recuerdo eterno para los que tuvieron la dicha de verlo jugar. La Asociación Argentina de Polo, en homenaje a él, entrega el Premio Gonzalo Heguy al Jugador Más Valioso de la Final del Abierto Argentino. También se lo homenajea en Intendente Alvear, en Chapaleufú, en uno de los torneos más tradicionales del otoño en Argentina, la Copa Horacio y Gonzalo Heguy.

 

PoloLine rinde tributo a uno de los mejores polistas de la historia, y envía todo su afecto a la familia Heguy, la gran familia del polo.