La palabra estribo desde su origen significa “asa para trepar al caballo”. Cuando se inventó el estribo y se lo comenzó a utilizar, el jinete tuvo mayor control del caballo, convirtiéndose en una extensión uno del otro. El estribo marcó una gran diferencia en las guerras; al utilizarlos en las caballerías pesadas, otorgaban no solo comodidad al guerrero sino que le daban facilidad en el uso de sus armas.

 

Los estribos para los deportes ecuestres son lo que es el suelo para otras disciplinas, de manera que es fundamental el apoyo y el movimiento sobre ellos. El caballo marca el aire (movimiento) y el jinete se ajusta a él, acomodándose en los estribos a un ritmo que es más fácil sentir que describir. En el caso concreto del polo, no usarlos significa permanecer sentados sobre la montura y carecer de movilidad en el desarrollo del swing y en el manejo del caballo. Así, sentados no hay compensación de los movimientos del caballo; usando los estribos, percibimos los movimientos del animal y él percibe los nuestros por medio del traslado de nuestro peso corporal.

 

Nosotros notamos los movimientos ascendentes y el caballo los descendentes, de tal manera que, teniendo en cuenta este principio de encuentro de sensaciones en los estribos, podremos comprobar el balance del caballo. Haciéndolo galopar, correr suelto con la montura colocada en su lomo, podremos observar la movilidad de los estribos. Cuanto más balanceado sea el caballo, menos se moverán los estribos.

 

Recordemos que su ubicación corresponde a la proyección de su centro de gravedad, lugar en donde los movimientos se atenúan, hablando de un caballo balanceado. Los estribos proporcionan un plus de ventaja al darle al jugador estabilidad, lo que le permitirá contactar la bocha junto con la energía que acompaña el movimiento del caballo. El largo justo de las estriberas es algo a tener muy en cuenta, el jugador se debe sentir cómodo.

 

¿Qué posición deberá tomar? Parado sobre el suelo, flexionando ambas rodillas, llegaremos a una posición cómoda,  equilibrada, de alerta, listos para movernos en todos los sentidos, tal cual ocurre con un boxeador, un tenista o un esquiador.

 

¿Cómo calcular esta medida al flexionar las rodillas montados? Con las piernas colgando y sentados en la montura, la base del estribo deberá contactar con el maleolo interno de la tibia (hueso prominente del tobillo), estaremos hablando de unos 12 cm. apróximadamente entre nuestra planta del pie y la base del estribo. Ésta será la distancia que deberá recorrer nuestro pie para colocarse dentro del estribo. Lo ideal es apoyar la planta del pie por detrás de la bola del mismo, en la base del estribo, colocando el peso de nuestro cuerpo hacia el lado interno de éste, lo que facilitará el grip con la montura por parte de ambas rodillas; la punta ligeramente hacia afuera, no más de 45 grados, y el talón  hacia abajo. Esta posición nos llevará fácil e indefectiblemente al empuje, algo muy necesario durante el juego de polo.

 

Quedará así formado lo que yo llamo el Triángulo de Oro: cadera-rodilla-talón; posición que favorecerá el equilibrio corporal y la coordinación muscular, que nos permitirá girar cadera y hombros y también calibrar la distancia mano-bocha durante el contacto con la misma.

 

La calidad, el tamaño  y el estado  de los estribos, así como su peso, es algo a tener siempre presente. Hoy contamos con estribos de base ancha y, en ciertos casos, con superficie antideslizante, que, evidentemente, aseguran un buen apoyo, o contacto, con el pie. Los hacen más seguros.

 

Algunos consejos al usar los estribos serían los siguientes:

 –Cuando te notes mal de taqueo, algo muy común a principio de temporada, alarga un poco los estribos; cuando te sientas lento, acórtalos un poco.

-Aprende a manejar la distribución de tu peso corporal entre el asiento de la montura y los estribos, allí encontrarás el secreto de tu mejora durante la equitación y la pegada.