Uno de los más famosos y tradicionales eventos post Palermo es, sin dudas, la Copa Potrillos, EL torneo de polo para chicos por excelencia, y que en este 2019, más precisamente el lunes 16 de diciembre, tuvo la presencia de 60 equipos que sumaron un total de 240 chicos de entre 5 y 14 años, divididos en distintas categorías según las edades, más la Potrillos de Oro y la Potrillos de Plata.

 

El certamen, que se desarrolla a lo largo de un día entero, se realizó en el Predio de la AAP, en Pilar, y, como es habitual, los pequeños -y no tan pequeños- polistas, aprovecharon la jornada para jugar un torneo super divertido; y, al ser casi todos ellos hijos de los mejores jugadores de alto handicap, contaron con la invaluable ayuda y consejo de éstos.

 

La Copa Potrillos cuenta con una larga historia, que arranca “el 12 de octubre de 1962, en la cancha 1 del Club Los Indios, cuando jugamos contra Los Picapiedras a cuatro chukkers la primera edición de la Copa Potrillos”, cuenta Carlos Acuña, Chuni para todos, quien recuerda fechas y datos con precisión exacta, gracias a su memoria privilegiada.

 

Claro que el asunto no fue tan fácil por aquel entonces. Se trató de un gran desafío. “Te puedo asegurar que con Juan Carlos Echeverz y Eduardo Amaya nos costó conseguir ocho jugadores. Nos llevó muchísimo tiempo dedicarnos a esto. Hoy ves que hay 60 equipos, 240 chicos y que es una locura”.

 

El Club Los Indios era como la casa de Chuni y sus amigos. “Íbamos desde chicos a Indios”, afirma Chuni. Y completa: “Papá jugaba allá, después hizo de referee durante mucho tiempo. Llevábamos el polo en la sangre, lo mismo Juanca y Eduardo con sus respectivos padres, Juan Echeverz y el Talo Amaya; nosotros éramos ya la segunda generación de polistas. Así decidimos armar un partido para chicos, ya que todavía no podíamos jugar el Intercolegial (yo lo jugué en 1963). Empezamos a buscar jugadores, y armamos dos equipos. Aclaro que cuando me armé el equipo, lo hice pensando en ganar. Y, como verán más adelante, el resultado fue muy diferente a lo que yo pensé!” (Risas)

 

Ese 12 de octubre de 1962, inauguración oficial de la Copa Potrillos, se enfrentaron Los Indios, que vistió la camiseta del club, “la clásica blanca con la franja negra horizontal”, recuerda Chuni, y que tuvo en sus filas a Ignacio Goñi (1), Horacio Brave (2), Juanca Echeverz (3) y Chuni Acuña (4). Del otro lado, estaban Los Picapiedras, cuya formación incluyó a Carlos Landri (1), Eugenio Brave (2), Eduardo Amaya (3) y Luis María Balbiani (4). Todos ellos, los ocho, tenían entre 13 y 15 años.

“El tema central en esa época para mi, era haber jugado de chico, en el campo, con mis primos, montando en pelo, con caballos de trabajo y otros de polo que me dio papá”, recuerda Eduardo Amaya, quien integró Los Picapiedras. “Jugábamos por pura habilidad, la cancha era una potrero, si bien mi abuelo la hacía cortar, pero teníamos muchas dificultades, con caminitos de hacienda que iban al bebedero. Las canchas no eran perfectas como ahora y tuvimos que sortear muchos inconvenientes”.

“El referee del partido fue Segundo Vilariño, otro histórico del polo, que jugó hasta pasados los 70 años”, rememora Chuni. Y añade un dato importantísimo: “Papá, Roberto Tonnelier y Antonio Heguy -el pionero de la legendaria familia del polo- tuvieron mucho que ver en la organización, y la Copa Potrillos fue donada por el Escribano Jorge Allende Iriarte”.

 

En cuanto a los caballos, Roberto Tonnelier, muy amigo de Carlos Acuña, el padre de Chuni, aportó algunos ejemplares a los intrépidos chicos. “A mí me prestó dos para ese partido: el Torito y la Calandria”, dice Chuni. Alberto Pedro Heguy también hizo su aporte de caballos, específicamente a Juanca Echeverz, lo que lleva a Chuni a una divertida anécdota: “Juanca le dijo a Alberto Pedro que prefería jugar los caballos de su padre. Y Eduardo Amaya, ni lerdo ni perezoso, agarró los caballos de Alberto Pedro. De más está decir que Los Picapiedras nos ganaron por 4 a 2”.

Cuenta Eduardo: “El día que jugamos la Potrillos, en 1962, yo tenía 15 años y me ofrecieron jugar en la mejor cancha de Argentina, en Los Indios y con los mejores caballos, de Alberto Pedro Heguy, todo lo cual para mí fue un acontecimiento. Y por eso para mi fue tan fácil pegarle a la bocha ese día, en una cancha espectacular y jugando caballos de primera”.

 

En 2011, y en ocasión del cincuentenario de la Copa Potrillos, Chuni Acuña y Juanca Echeverz, dos de aquellos adolescentes que la habían participado de la inaugural, en 1962, entregaron la copa a los ganadores. “El Ruso Heguy la siguió organizando después, pero la copa ya había nacido unos años antes que él”, dice Chuni.

Con la emoción que le produce recordar aquella época, ese ya lejano 12 de octubre de 1962, Eduardo, hoy instructor de polo en Houston, dice que “la experiencia que me quedó de ese acontecimiento, es lo que yo explico hoy, cuando enseño; creo que la forma de iniciar es sintiendo los movimientos del caballo, que se consigue sin montura, sin estribos. Cuando se comienzan a usar los estribos empezás a compensar los movimientos de ese caballo, para poder balancear, tener un equilibrio perfecto, no solo para manejar bien el caballo sino para pegarle bien a la bocha”.

 

“Guardo un hermoso recuerdo de esa primera Copa Potrillos, la reviví minuto a minuto a medida que te la fui contando, el relato exacto de como sucedió todo”, agrega Chuni. Y concluye: “La noche anterior fue una locura; yo observaba el cielo, las estrellas y rogaba que no lloviera, porque el partido era a la mañana. Y fue un éxito, hubo mucha gente: nuestros padres, amigos y familiares. Y mi más grande deseo es que en 2021 estemos presentes los ocho jugadores de aquel 12 de octubre de 1962 para entregar la copa a los ganadores en lo que serán los 60 años de la Copa Potrillos. Sería espectacular”.