A lo largo de la vida uno debería sentirse afortunado si es contemporáneo a determinado personaje o acto que marca la historia, o cuando presencia un momento que, sin dudas, lo hará. Pero cuando una cosa así ocurre durante más de 20 años de manera constante, sabe que está ante una de esas cuestiones que difícilmente vuelva a vivir o presenciar.

 

Y el hito que marcó Adolfo Cambiaso en la reciente final del Abierto Argentino se encuentra dentro de esa consideración. Parece raro hablar de hitos cuando se habla de Adolfo Cambiaso, pero todo lo ocurrido la tarde del domingo 15 de diciembre en Palermo, tanto en la cancha 2 como en la cancha 1, no hacen más que coronar un nuevo crecimiento en su leyenda y figura. Porque muchos se podrán quedar con sus 12 goles en la final ante Las Monjitas, o con sus 15 títulos en el Abierto Argentino. Pero lo cierto es que eso fue simplemente una suerte de punta del iceberg de todo lo que generó a lo largo de estos años para que pudiera llevar esos logros a cabo. Como si todo esto fuera poco, cerró nuevamente el año como el número 1 del ranking del World Polo Tour.

 

Fue la coronación número 12 para el conjunto de Cañuelas en Palermo y, al igual que en 2017, la victoria estuvo acompañada por el triunfo de La Dolfina Brava -que tuvo a Mía Cambiaso en sus filas, por ejemplo- en la final del Abierto Femenino.

 

El tamaño que tiene Adolfo Cambiaso es difícil de medir. En todo sentido. Siempre se termina analizando la parte numérica de lo deportivo; es decir, goles, partidos ganados, títulos obtenidos, etc. Pero lo cierto es que el polo tiene una estructura muy grande por detrás de los 4 jugadores que salen a la cancha. Y Cambiaso no sólo ha sabido generar la mejor organización del mundo en cuanto a caballos de primer nivel, de aquellos que ganan campeonatos, sino que además ha provisto de varios de sus mejores ejemplares a sus compañeros de equipo, en primer lugar; también a los integrantes de su segundo equipo, La Dolfina Polo Ranch; y, en tercer lugar, al bicampeón del Abierto Femenino.

 

Sumado a ésto, ha sabido siempre rodearse de la gente más idónea para que su organización creciera y esté hoy al tope de la pirámide, tanto para llevar sus ideas a cabo como también para que todo lo que rodee a su equipo de turno esté a la altura de lo que él es: una máquina de ganar, independientemente del torneo, país, hándicap.

 

Si hay algo que ha sabido hacer Cambiaso más que nadie en este deporte ha sido saber reinventarse para seguir ganando. Ha modificado su estilo de juego para adaptarse a las necesidades de su equipo y, que de esta forma, fueran imbatibles. Ocurrió con este equipo de La Dolfina, por ejemplo. De aquel jugador habilidoso, imparable, único, capaz de hacer goles de toda la cancha, pasó a retrasarse unos metros, se ha desprendido de la bocha más rápido, ha sabido convertirse en armador, pasador, ha sabido no tener que ser el protagonista en todo momento, y lo ha logrado. Y todo con un denominador común: siempre que sus equipos lo necesitaron, respondió. Y, si no, vuelvan a ver la final del Abierto Argentino. Haber sabido reinventarse es algo que sólo los más grandes de cada deporte han sabido hacer una y otra vez.

 

Muchas veces en el ámbito musical las grandes bandas deciden tomar nuevos rumbos cuando creen que su obra ha sido tan magnífica que no hay nada que pueda venir después de eso; incluso, por sentir que no van a poder con el desafío o porque simplemente no hay nada nuevo para inventar. Nos animamos a decir que hasta 2010, Adolfo Cambiaso pensaba que esto aún no había ocurrido. Y es que más allá de todo lo que ya había hecho y logrado en el polo, al equipo perfecto aún no lo había encontrado. Nos preguntamos entonces: ¿puede soñar en encontrar algo más grande que este equipo que armó de La Dolfina?; ¿puede plantearse a futuro un nuevo desafío con este equipo de ganadores, más que por el hecho de seguir ganando? Su sonrisa mientras dialogaba con Pololine, luego de la final, daba cuentas de ésto. De todas maneras, el año que viene va a querer seguir ganando, por más conforme que pueda estar hoy, y así sucesivamente.

 

Por otro lado, la autoexigencia es uno de los pilares fundamentales para tener éxito en un deporte, ya que trabajar sobre las propias debilidades es una de las cosas que permitirá mejorar realmente. En la pasada final de Palermo, los que tuvimos el privilegio de estar en Palermo, e incluso los que lo vieron por televisión, pudieron disfrutar de uno de sus mejores actos, sin dudas. Y no sólo porque haya convertido 12 goles en una final, sino porque además jugó un partido para el recuerdo, de aquellos que quedarán en la memoria por el escenario y por el nivel en sí demostrado. Con 43 años, fue amo y señor de la cancha, tanto que eclipsó durante varios lapsos la figura de sus compañeros, con lo que eso implica. De todas formas, tuvo esa grandeza única que tienen los grandes, cuando hablando con Pololine tras el partido, dijo: “Para serte sincero, yo nunca pienso que juego bien. Incluso erré el último penal; tal vez, si lo hubiera convertido, podría pensar que jugué bien. Pero después de haberlo errado, no creo”.

 

En 1994 Adolfo Cambiaso ganaba su primer título en el Abierto Argentino y, sin saberlo, cambiaría toda la historia. Desde entonces a esta parte, ha sido el mejor. Es cierto que ha tenido contendientes que han luchado palmo a palmo por el título de mejor jugador del mundo, pero ninguno ha tenido la constancia y la vigencia que él sigue teniendo. Y es que no sólo ha triunfado en Argentina -como si ésto no significara tanto-, sino que en cada uno de los torneos principales a nivel mundial sus equipos se han subido al podio o, en su defecto, han estado en la final. Sumado a esto, sus equipos suelen ser el principal candidato al título independientemente de que el torneo sea en Estados Unidos, Inglaterra, España, Argentina, o donde sea.

 

Puede sonar descabellado que un polista deba ser considerado como uno de los mejores deportistas de la historia, y ser parte de un olimpo que en el último tiempo ha agregado a nombres como Michael Phelps o Usain Bolt. Por otro lado, es difícil medir esta afirmación si tenemos en cuenta que el polo no es deporte olímpico, por lo que un polista no puede aspirar a ganar una medalla de oro, naturalmente. ¿Pero no es acaso injusto que una persona que ha sido el mejor en lo suyo durante más de 24 años no se encuentre en ese listado (sin tener en cuenta sus cualidades como organizador, donde hace ya varios años es líder absoluto)? Dicho esto, en Argentina resulta increíble que no lo hayan nominado aún a ese lugar privilegiado que ocupan deportistas como Emanuel Ginóbili, Diego Maradona, Guillermo Vilas o Juan Manuel Fangio, por sólo citar a algunos. Pero, sin dudas, es una posición que ocupa hace tiempo, sobre todo porque en 2014 fue premiado con el Olimpia de Oro al mejor deportista argentino del año.

 

Independientemente de ésto, y de que Adolfo Cambiaso esté o no al tanto de la dimensión que ha tomado su figura dentro del deporte argentino, hoy su techo sigue estando lejos. No nos hemos olvidado de Juancarlitos Harriott y de sus 10 goles, de sus 20 Abiertos ganados ni tampoco de su Olimpia de Oro (1976). Pero hoy toca hablar de Cambiaso. ¿Qué puede venir a partir de aquí? Por lo pronto, disfrutar de su próxima función (no importa cuándo uno lea esto).