By Alejandra Ocampo

Especial agradecimiento a Santiago Bachmann 

 

Allá por la década del ’80, en el Siglo XIX, entre la gran cantidad de inmigrantes que llegaban a la Argentina, había ingleses, irlandeses y escoceses. Muchos de ellos echaron raíces en el campo, aquel campo poblado de aborígenes y  gauchos, al que los europeos modificaron, construyendo casas, plantando árboles, sembrando y trayendo muchos rebaños. Uno de los lugares donde se instalaron los ingleses era una ciudad situada en el Departamento de General López, sudoeste de la Provincia de Santa Fe, y al que arribó un pionero llamado Eduardo Casey, argentino de ascendencia irlandesa. Al llegar, se encontró con una laguna a la que los habitantes del lugar llamaban Venado Tuerto. Sorprendido, Casey preguntó por el origen de un nombre tan particular. Según cuentan los historiadores, un pequeño venado solía aparecer para pastar por la zona. La particularidad de este venadito, criado en los fortines de Melincué, es que era tuerto, ya que había sido víctima de ataques de los indígenas que llegaban en malones.

 

Así, cada vez que se acercaba un malón de indios, el venadito buscaba refugio en el fortín: era un aviso que se venía un malón, dándole tiempo a los soldados para defenderse. Este venadito, en épocas de sequías, llevaba a las tropas por zonas de buenos pastos y aguas, lo cual le valió el reconocimiento de los soldados. Casey decidió entonces dejarle el nombre a la laguna y fundó el pueblo al que llamó Venado Tuerto el 26 de abril de 1884; el 16 de diciembre de 1935 alcanzó el estatus de ciudad, conocida también como La Esmeralda del Sur, por su riqueza de cultivos. Casey, hombre de gran generosidad, contribuyó con los pobladores para el desarrollo de sus actividades.

 

Hacia 1880, Federico Bridger fue comisionado por el gobierno nacional para mejorar las tierras de Venado Tuerto. Según contó Bridger, lo primero que vio en la zona fue una manada de yeguas blancas y salvajes y varios guanacos; era una época en la que no existían los alambrados, y las haciendas se mezclaban y se acostumbraba a armar grandes fiestas con asado, bailes e improvisaciones de carreras. Por aquellos días, el caballo era el único medio de transporte disponible, y generaron tanto afecto en la población que comenzaron a practicarse deportes ecuestres. Entre ellos, el polo.

 

De a poco fueron sumándose más habitantes del pueblo para jugar al polo; fue entonces cuando surgió la idea de fundar un club, en el que  no solo se practicaría el deporte, sino que también fuera un lugar de encuentro de amigos. Dicen que antes de establecer el club, estos arriesgados jinetes jugaban al polo en la plaza del pueblo, como así también en estancias y chacras. Finalmente, se efectúa la compra del predio donde iba a nacer un 16 de Junio de 1888 el Venado Tuerto Polo & Athletic Club, cuyos miembros fundadores fueron Frederick Bridger, Frank y Chamberlain Hinchcliff, Baron Gaston Peers, George O’Donnell, Johnny Smythe, Diego Tetley y los hermanos Thompson. El club, además, fue uno de los miembros fundadores de la Asociación Argentina de Polo.

 

Entre los primeros torneos que ganó Venado Tuerto se encuentra el de Media Luna, entre 1903 y 1907; y, en 1920, Venado Tuerto alcanza su primera victoria en el Abierto de Hurlingham, en la época en que se destacaba North Santa Fe, aquel histórico equipo que lideraban los hermanos Traill, de la Estancia Las Rosas.

 

Tras la exitosa gira por Inglaterra y Estados Unidos, en la que Argentina barrió con los Abiertos de ambos países, y momento en el que surge como la tercera potencia del polo, en 1924 un combinado nacional se presenta en los Juegos Olímpicos de París, un cuarteto que integraban Arturo Kenny, Juan Nelson, Enrique Padilla y Juan Miles. Ellos son quienes le dan a la Argentina su primera medalla de oro olímpica, superando nada menos que a las potencias de entonces, Inglaterra y Estados Unidos. La hija del Coronel Padilla cita una frase de Arturo Kenny, miembro de Venado Tuerto y campeón olímpico: “O ganamos o dejamos el cuero en el alambre”.

 

Pero los años de gloria, los años dorados para Venado Tuerto iban a llegar entre 1944 y 1950 (con la excepción de 1945, que no se disputó debido a la Segunda Guerra Mundial), cuando un memorable cuarteto que integraban los primos Juan y Roberto Cavanagh y los hermanos Enrique y Juan José Alberdi, se medían en inolvidables duelos frente a El Trébol, en lo que fue el primer gran clásico del polo y que abarrotaba las tribunas en Palermo. Juntos ganaron el Abierto Argentino siete veces y en nueve ocasiones el Abierto de Hurlingham. Hicieron una pausa entre 1951 y 1954, para volver a ganar el torneo más importante del mundo en 1955.

 

Por otro lado, Roberto Cavanagh, con tan solo 21 años, había sido el jugador más joven de aquel equipo argentino que participó de los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín, y que derrotó 11 a 0 a Inglaterra, para darle a Argentina su segunda medalla de oro olímpica. Dicha hazaña se encuentra inmortalizada en la Catedral, en Palermo, con el roble olímpico y una placa que recuerda a los cuatro héroes de Berlín: Manuel “Paisano” Andrada, Roberto Cavanagh, Luis Duggan y Andrés Gazzoti. El dato es que la delegación incluyó a Juan Nelson, aquel que integrara el equipo de 1924, campeón olímpico en París, pero en calidad de suplente.

 

A su vez, el certamen más importante del Venado Tuerto Polo & Athletic Club es la Copa Balfour, un trofeo donado en 1924 por George Balfour, un verdadero gentleman y amante del polo y las carreras. En tanto, el torneo con hándicap es la Copa Tomás Kenny, donada por el Dr. Tomás Kenny, quien fuera polista y presidente del club, presidente de la Sociedad Rural de Venado Tuerto y quien brindó todo su esfuerzo y dedicación para mejorar la actividad deportiva del club.

 

Regresando un poco en el tiempo, en 1888 comenzaron a disputarse las primeras carreras de caballos y salto en el club, que se disputaban con los caballos de polo que estaban poco y nada preparados. Las tribunas eran los carruajes y los autos, y cada evento se llenaba de gente que no quería perderse detalle, en una época en que el club ya era, además de un centro deportivo, un lugar ideal para la diversión entre familia y amigos. Son famosas las fiestas que se hacían posteriormente a un partido o a una carrera, en las que los polistas y jockeys se reunían a festejar hasta bien entrada la madrugada. En los años ’30 llegó otro deporte a Venado Tuerto: el tan británico cricket.

 

Los chicos, por supuesto, tienen su lugar en Venado Tuerto Polo & Athletic Club, con la realización de los GYMKHANAS, una fiesta para los más pequeños que comenzó en 1919 y que consta de carreras de caballos, carreras a pie, el juego de las sillas, entre otras actividades que culminaban con té y tortas a cargo de las damas del club. Además, los chicos también tienen sus torneos de polo, como la copa la Posta, donada por Guillermo Bachmann, y  los más recientes, la Copa Oso y Federico Rooney, en homenaje a dos de sus socios más representativos.

 

A 135 años de su creación, el Venado Tuerto Polo & Athletic Club continúa con sus actividades, mejorando y siendo una de las instituciones más importantes del polo, no solo en Argentina sino a nivel mundial; un lugar con una enorme historia, abierto a quienes deseen disfrutar no solo jugando al polo, sino de infinidad de actividades en un ambiente cordial, cálido, con la familia y los amigos. Y, como es costumbre del lugar, el próximo 21 de octubre habrá fiesta para conmemorar el milestone. Pero dejemos que el Vicepresidente del Club, Santiago Bachmann, nos cuente que significa esta celebración:

 

“Para nosotros es muy importante. Venado Tuerto es el club más antiguo de Sudamérica, un club lleno de historia, con participación en los Juegos Olímpicos, fundador de la Asociación Argentina de Polo; de alguna forma, partícipe del mejor polo del mundo y, de alguna forma, semillero de chicos que están llegando lejos, como los Ferrari, Aramburu, los Beguerie, los Cavanagh, los Rooney, Pioltino, Redlich y tantos otros mas; no quiero olvidarme de nadie, pero en líneas generales, un montón de chicos que juegan a nivel internacional y que les está yendo muy bien.

 

Para nosotros es un orgullo; el club es patrimonio histórico de la ciudad y próximamente va a ser museo de la ciudad, porque refleja toda la historia del polo en Argentina. Y, para el 21 de octubre, planeamos un día lleno de actividades, con polo, golf, tenis, paseo de compras. Abierto a las familias, a la ciudad, al país, a todos aquellos que quieran venir, están más que invitados. Estamos muy contentos y entusiasmados; además, el club se ha renovado muchísimo en los últimos años. El mensaje nuestro es de apertura para que quienes lo deseen puedan venir a jugar al polo, al golf, a usar las instalaciones. Lo vivimos como nuestro club, como el jardín de nuestra casa y en donde pasamos la mayor parte de nuestra infancia. Y queremos festejarlo, aprovechar este número, 135, que es muy importante, con un gran día”.

 

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Venado Tuerto Polo & Athletic Club, 135 años de historia de polo y tradición en Argentina