By Prof. Eduardo Amaya
En la mayoría de los deportes, la técnica es el punto de partida. En tenis, en golf, en esquí… se enseña, se analiza y se perfecciona. En el polo, en cambio, la mayoría aprende por imitación. Y aunque la imitación tiene su valor, deja sin respuesta la pregunta esencial: ¿por qué se hace así?
Comprender la técnica no solo mejora al que comienza, sino también al que busca superarse siempre. Porque detrás de cada golpe, de cada movimiento, hay una lógica biomecánica y un propósito que, cuando se entienden, transforman la forma de jugar.